Antonio Sánchez González, TOM
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Antonio Sánchez González, TOM, vino
al mundo en el Peso de la Harina, punto de confluencia entre los barrios del Sacromonte y
el Albaícin, aquel primer día de primavera granadina de 1934, siendo el pequeño de los
dos varones, el cuarto de los siete hijos de la humilde familia formada por Virtudes y
Agustín, barbero del Sacromonte.
Amante de la contemplación de la naturaleza, TOM es
un pintor autodidacta que inició su andadura pictórica en la segunda mitad de su vida y
que se reconoce en este deseo después de quedar atravesado por la luz y el paisaje de las
obras de Camille Pisarro, Como él, derivó en momentos hacia la conceptualización
puntillista.
A sus 70 años recién cumplidos ha realizado más de 20 exposiciones
de su obra pictórica. Cientos de cuadros avalan una sólida trayectoria que busca
constantemente esa armonía imposible de las mezclas entre el color y el sentimiento, esas
formas que buscan integrar al espectador de la obra con la obra misma en un diálogo
intimista cargado de todo tipo de afectos. Su trabajo se encuentra referenciado en el tomo
nº 13 del Diccionario de Pintores y Escultores Españoles del Siglo XX. |
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CRITICA: |
..La primera característica que se observa en este
expositor es su arrojo. Pinta con extraordinaria valentía y de primera intención... No
repinta ni insiste, sus pinceladas son definitivas y de valor no rectificable. |
Marino Antequera (Ideal 1983). |
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...La investigación a partir de la aplicación del
color ha llevado al pintor, en algunos de sus últimos temas, a interesantes experiencias
que se enraízan en planteamientos de carácter puntillista; en esta línea ha
materializado paisajes de singular belleza. La luz, su imbricación en la naturaleza y los
efectos y matices que en ella provoca, es otra constante obsesión para el artista... |
Antonio Calvo Castellón (Profesor
de Historia y Arte, Universidad de Granada). |
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Sabe Tom dar categoría de universal
a lo privado, a lo casi mínimo; lanza su mirada a lo que le rodea, a los campos y playas,
a las vistas urbanas y a las poblaciones en la lejanía y lo convierte y lleva a un
estadio superior a que le confiere orden de universalidad. Es la gran virtud del pintor
que sabe convertir en trascendente lo que para el resto de los mortales puede tener
carácter de habitual. Tom construye y planifica creando distancias,
dibuja y perfila sabiendo ir del detalle al volumen y pone en juego una brillante
resolución cromática, plena de fuerza, a la que el nervio de su pincelada le da una vida
que no es efímera y sí eterna. En su obra está todo medido y ajustado, respondiendo a
unas directrices de calidad mantenida. |
J. Llop S. |
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